miércoles, 3 de junio de 2015

#Ecomunidades - El debate por la autonomía e interdependencia de los pueblos, ejidos, barrios, colonias, delegaciones, municipios de la Cuenca del Valle de México. Posición de la Red en Defensa de la Ciudad de México, #ECOMUNIDADES, ¡Salir del petróleo!, ¡Descrecimiento o colapso!

El debate por la autonomía e interdependencia de los pueblos, ejidos, barrios, colonias, delegaciones, municipios de la Cuenca del Valle de México.  Posición de la Red en Defensa de la Ciudad de México,ECOMUNIDADES, ¡Salir del petróleo!, ¡Descrecimiento o colapso!, discutida en el desayuno del 14 de mayo de 2015 y sometida a consulta hasta el 25 de mayo de 2015.

En la Cuenca del Valle de México cambia rápidamente el uso del suelo; se pavimenta la mayor parte del territorio; se urbanizan los campos de cultivo y los cerros y montañas; desaparecen bosques, lagos, ríos, arroyos, humedales, barrancas, glaciares; se agotan y contaminan los acuíferos y el subsuelo; se eleva la contaminación del aire, por ruido y del paisaje; se construyen "bombas " contra los acuíferos, como lo son los rellenos sanitarios; se deporta a los vecinos más pobres de sus pueblos, ejidos, barrios o colonias; aumentan las migraciones diarias debido al transporte; se multiplica las migraciones anuales hacia este territorio y fuera de esta territorio( Mover a México); aumenta el uso del transporte de personas y de carga; aumenta el tiempo perdido en el transporte; aumentan  las cifras de muertos y discapacitados ocasionadas por el transporte, la industria y los servicios; se incrementan los riesgos de desastre debido a las nuevas tecnologías que se utilizan en el transporte, la generación de electricidad y la distribución de gas y gasolina;  aumentan la cifras de muertes y enfermos provocados por la industrialización de los alimentos; se multiplica la violencia intrafamiliar, escolar, laboral y urbana; aumentan las conductas de riesgo y los deportes extremos; aumenta la violencia contra los niños, las mujeres y los ancianos; crece el secuestro, la desaparición forzada de personas, el robo con violencia, la tortura, la violencia policiaca, la represión; aumenta la fuerza y el control del crimen organizado; se fortalecen los carteles de empresarios legales e ilegales; crece la miseria, el desempleo, la economía informal, la desigualdad, la riqueza de unos pocos; se destruye la economía de los más pobres, se encarece el costo de la vivienda y la subsistencia de los más débiles; crece sin pausa la corrupción, la impunidad y el ocultamiento de la información.

Crece cada año la violencia del gobierno federal, de los gobiernos del DF, y de los estado de México e Hidalgo, contra la integridad de los pueblos, ejidos, barrios y colonias de la Cuenca del Valle de México; contra la limpieza de los suelos, subsuelos, acuíferos, ríos, arroyos, lagos, lagunas, humedales  y de la atmosfera de esta cuenca; contra las culturas, el tejido social, el arraigo existente en estas comunidades territoriales; contra el clima de la Tierra; contra la economía de los más débiles. Por medio de las reformas constitucionales,  leyes, programas, normas, proyectos y políticas, el gobierno federal y los gobiernos estatales, destruyen la riqueza natural y cultural de esta cuenca. Megaproyectos como el nuevo aeropuerto de la ciudad de México, los segundos pisos, el Tren México-Toluca, el nuevo emisor profundo, el estadio de beisbol en la Magdalena Mixhuca, las "ciudades" de la salud, del conocimiento, de administración, la autopista del oriente, los rellenos sanitarios en Tepozotlán, entre otros amenazan  con desquiciar ecológica, social y culturalmente lo pueblos, ejidos, barrios y colonias de este territorio. Por su parte, las administraciones municipales y delegacionales refuerzan esta destrucción ecológica y cultural, por medio de sus principales acciones.

 

Además, en la Cuenca del Valle de México se manifiestan crecientemente los efectos destructivos del desastre climático mundial, el agotamiento del petróleo barato, la desaparición de especies, la mundialización o globalización, los tratados de libre comercio, el trafico de drogas, armas, personas, órganos y la "guerra contra el terrorismo" librada por las potencias del mundo. La caída de los precios del petróleo y la caída del crecimiento de la mayor parte de las grandes economías del mundo amenazan cada día más la economía de la Cuenca del Valle de México. La catástrofe mundial: climática, ambiental, social, económica, política, simbólica, invade los ámbitos de nuestro territorio como una nube de gases letales. Presenciamos en esta cuenca las consecuencias del fin de un mundo: el mundo construido después de la Segunda Guerra; después de la revolución industrial; después del nacimiento del crecimiento económico, hace más de tres siglos. Parece inevitable la aparición de mayores desastres.

Como consecuencia de la emergencia de estos desastres mundiales, los partidos políticos de México se han convertido en grandes enemigos de la sociedad y de la Naturaleza: impulsan ahora reformas, leyes y políticas desesperadas que son totalmente contrarias a los mejores intereses de las futuras generaciones y desde luego, de la mayor parte de los ciudadanos: desde hace décadas los gobernantes no representan a  la población de este territorio: son producto de un nuevo sistema político creado por la fusión de la globalización, con la vieja tiranía priista que está al servicio de los intereses de los gobiernos poderosos del mundo y de los más grandes financieros internacionales. Este nuevo sistema político no sólo utiliza las viejas trampas priistas, como la compra del voto, la manipulación mediática del duopolio Televisa-Tv Azteca y el control partidista de los institutos y tribunales electorales, sino que depende en lo fundamental del sustento político que le dan EU y otros gobiernos poderosos que saquean al país; este nuevo sistema crea nuevas formas de violencia y despotismo, y lleva al poder a los enemigos de la Naturaleza, las culturas y el tejido social: lleva al poder a la escoria social, a verdaderos criminales. Este nuevo sistema político, voraz, depredador y antidemocrático,  representa una gran amenaza para los habitantes de la Cuenca del Valle de México y sus bienes comunes: suelos, agua, aire, cultura, tejido social, ámbitos de la comunidad.    

Frente a este panorama, no debe sorprendernos  que se multipliquen y se fortalezcan las protestas y las resistencias vecinales, contra los actos de los gobiernos delegacionales, municipales, estatales y del gobierno federal; contra las nuevas legislaciones aprobadas por los diputados y senadores de todos los partidos y contra los partidos mismos. Tampoco debe sorprendernos que se desarrolle la economía informal y que aparezcan  y se diversifiquen las iniciativas para introducir los cultivos de hortalizas en ventanas, terrazas, azoteas, jardines, huertos urbanos; la venta en tianguis especiales de hortalizas cultivadas en la cercanía de la ciudad; la compra-venta de productos artesanales fabricados en la misma cuenca; la movilidad metabólica: la caminata o el viaje en bicicleta; la captación de agua de lluvia; la depuración domiciliaria del agua; los excusados ecológicos; la separación de los residuos en la fuente y su acopio o tratamiento en la cercanía; la educación y la salud en casa o en  la cercanía; las comunas o cohabitación; las asambleas en la plaza pública de los pueblos, barrios, colonias. Para sobrevivir a la terrible degradación ecológica, social, económica y política en curso, es necesario dar soluciones locales a los problemas globales o mundiales, por medio de dos tipos diferentes de esfuerzo: el cambio en el modo de vida de las comunidadesy la resistencia contra los proyectos, las políticas, los programas, las normas y las leyes impulsadas por los gobiernos y los partidos.

La integración de estos esfuerzos, por medio de asambleas vecinales, debería conducir al establecimiento de consensos vecinales mínimos; es decir: de lo que debería hacerse en la comunidad para garantizar la sobrevivencia de la misma- y a la definición de la interdependencia de la comunidad, con otras comunidades en la misma delegación o municipio, o en la cuenca o cuencas vecinas. Todo pueblo, ejido, barrio o colonia debería asegurar su abasto de agua y alimentos limpios y de formas de calentamiento e iluminación, en casos de emergencia; debería asegurar su integridad territorial, la seguridad de las personas que allí residen, la limpieza de sus suelos y sus aguas, el cuidado de sus árboles,  parques y jardines, animales, niños, mujeres y ancianos.  Estas consideraciones constituyen la base de la  autonomía comunitaria y de la interdependencia entre comunidades de la cuenca; sólo con el apoyo de otras comunidades cercanas y lejanas puede sobrevivir una comunidad. La supervivencia y prosperidad de una comunidad de la Cuenca del Valle de México depende de su interdependencia con las demás comunidades. La supervivencia de la Cuenca del Valle de México depende de su interdependencia con las demás cuencas del país. Sin embargo, una comunidad con suelo, agua, aire envenenado, contaminado no puede sobrevivir y sus habitantes están condenados a migrar a otras comunidades lejanas en las que pueden enfrentar grandes sufrimientos; tampoco puede sobrevivir sin arraigo y fuertes relaciones comunitarias de sus integrantes. Para sobrevivir, una comunidad requiere una buena relación con la ecología, con la Naturaleza; necesita volverse una comunidad ecológica o ecomunidad. Los pueblos, ejidos, barrios y colonias de la Cuenca del Valle de México deberían trabajar  prioritaria y permanentemente en los asuntos del agua, del suelo, del aire, de las plantas y los animales. Sin este principio político las comunidades no pueden sobrevivir a los desastres mundiales y locales que se avizoran para los próximos años. La comunidad fue la primera víctima de la industrialización del mundo.   

Pocos pueblos, ejidos y barrios de esta cuenca son realmente comunidades: han sido devastados por los cambios en el uso del suelo, las nuevas infraestructuras, las migraciones, la industrialización y por la violencia de gobiernos y grandes empresarios pasados y presentes: quedan en ellos pocas personas cuyos abuelos y bisabuelos vivieron allí mismo; quedan pocas relaciones que sirvan para realizar fiestas y conservar las tradiciones; queda poca vida campesina en la cuenca. Las colonias no son propiamente comunidades: son urbanizaciones dormitorio en las que existen muy débiles relaciones comunitarias. No obstante, las diversas agresiones gubernamentales y empresariales han ido creando cierto acercamiento entre los vecinos, lo que permite suponer que pueden llegar a tener cierta integración comunitaria debido a los desastres mundiales y locales que se avizoran para los próximos años. Las catástrofes educan a las comunidades, los pueblos y las naciones. Sin embargo, es posible evitar  la dureza de las catástrofes, con el reconocimiento de que se vive mejor en una comunidad madura, integrada a otras comunidades maduras y en buena armonía con la Naturaleza.  Muchas fuerzas conspiran contra la existencia de comunidades unidas por lazos de solidaridad y de comunidades ecológicas, sin embargo, los vecinos deberían hacer un esfuerzo de gran calado, para lograr que sus comunidades lo sean.     

La autonomía comunitaria se construye por medio del consenso vecinal sobre el modo de vida más adecuado a la historia, clima, situación geográfica de cada pueblo, ejido, barrio o colonia; se define por lo que NO QUIEREN que se haga en su territorio. Las decisiones deben ser tomadas por los afectados por las decisiones. El consenso vecinal nace de un dialogo permanente cara a cara, de los grupos vecinales de la comunidad; del acuerdo de grupos vecinales existentes en la comunidad. Mientras más grupos vecinales existan en la comunidad habrá mayor nivel de autonomía. Este proceso político hacia la autonomía comunitaria puede ser producto tanto de la cultura existente en viejas comunidades, como de las resistencias contra las agresiones gubernamentales y empresariales.  En años recientes, se perfila una lucha política de naturaleza diferente a la convencional: la lucha política en parte no partidista y en parte antipartidista de los vecinos de los pueblos, ejidos, barrios y colonias. No partidista, en la medida que representa una coalición de afectados por un mismo problema concreto- un megaproyecto, norma, programa o ley- y antipartidista en la medida que se opone al sistema económico y político que padecemos, a la excesiva dependencia de entidades muy lejanas, como gobiernos de potencias extranjeras, organizaciones financieras, como la OCDE, el Banco Mundial, el FMI, el G-7. De esta forma, la lucha local participa de debates mundiales frente al libre comercio, el desastre climático, la guerra monetaria, financiera, económica, cultural y otros procesos políticos que amenazan a todos las comunidades territoriales del mundo. La lucha por la autonomía de los pueblos, ejidos, barrios, colonias de la Cuenca del Valle de México exige por lo tanto esfuerzos ecorregionales, regionales, nacionales e internacionales; exige una organización compleja adecuada a la complejidad de la nueva situación del mundo.

La rapidez de la devastación ecológica, social, económica, política y cultural es tan grande en la Cuenca del Valle de México que se requieren esfuerzos extraordinarios para hacer frente a esta situación crítica. Es urgente crear una plataforma política extraordinaria que pueda realizar esta tarea con mayores posibilidades de éxito. Se trataría de una plataforma política de naturaleza muy diferente a las creadas por los partidos que son habitualmente enemigos de la ecología, el medio ambiente, el tejido social, la economía de los más débiles y la democracia. Para ello es necesario establecer principios para la acción política que puedan dar consistencia a esta tarea fundamental y  considerar los obstáculos que existen para lograr la autonomía de las comunidades de esta cuenca, como lo son la jurisprudencia nacional, las legislaciones estatales y nacionales, las estructuras gubernamentales, incluyendo a los partidos y a las organizaciones vecinales o locales creados por ellas, como lo son los comités ciudadanos o de participación ciudadana. Además, considerar las propuestas de los partidos, con respecto a la autonomía de la ciudad de México y los manejos de cuenca para el agua, el transporte, la limpia, la biodiversidad, la calidad del aire, las culturas.

Para avanzar en este camino, es indispensable que la acción política a favor de la autonomía de las comunidades de la Cuenca del Valle de México sea presidida por los siguientes principios:

  1. Autonomía de los pueblos, ejidos, barrios y colonias de la Cuenca del Valle de México: No al aislamiento, a la fragmentación política, a la división partidista de los vecinos: Solidaridad, reciprocidad, complementariedad entre las comunidades: libertad de acceso al agua: libertad de cultivar alimentos; libre tránsito de personas; libre asociación, libertad de expresión.

  2. No partidismo: no participan en la organización vecinal y regional militantes de partido o de organizaciones directamente ligadas a un partido (corporativos partidistas)

  3. Nada contra la calidad del aire, del agua y de los suelos;

  4. Nada contra los vestigios arqueológicos, los monumentos históricos y las edificaciones de valor arquitectónico.

  5. Nada contra la integridad de los pueblos, ejidos, barrios y colonias de la Cuenca del Valle de México

     

México, DF  30 de mayo de 2015

ECOMUNIDADES, Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México

 Adriana Matalonga, Edith Gutiérrez; Gustavo Romero; José Ignacio Félix Díaz; Mauricio Villegas; Red en Defensa de la Ciudad de México

 Adriana Gómez,  David Jiménez, Eduardo Farah, Gabriela Vega, Gabriel Valencia, Guadalupe Tron, Heriberto Salas, Patricia Carrera, Ricardo Zuñiga.

¡Salir del petróleo! 

Ana María Yustis, Edgardo Mota, Rodolfo Buentello

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