Los tubos y las bombas, contra la conservación del agua limpia.
Celebración del Día Mundial del Agua 2013 en la casa Verde Morada de Santa María de la Ribera, en el marco de la presentación de Cesar Añorve sobre la cacaravana y su rechazo al uso del agua para mover excrementos.
14 de marzo de 2013
Habitualmente sepultados, con el fin de ocultar sus fallas y los verdaderos propósitos que están detrás de su instalación, los tubos, apoyados por las bombas, extraen agua en crecientes cantidades de los acuíferos, los ríos, los lagos; extraen el agua limpia con tubos cada día más grandes y bombas cada día más poderosas; la extraen allí donde hace falta para la conservación de la biodiversidad y del buen equilibro del territorio y la comunidad; al extraerla de estos sitios, donde es abundante, alteran brutalmente su matriz del agua, y en el otro extremo, en las zonas urbanas, donde se consume en grandes cantidades, matan la cultura de la conservación del agua. La matriz del agua sería la proporción de agua que hace posible la complejidad o diversidad de especies vegetales y animales que tiene un sitio o un lugar debido a un proceso que ha durado miles o millones de años. Por otra parte, los tubos y las bombas descargan ingentes volúmenes de aguas negras o aguas con desechos industriales en un gran número de cuerpos de agua que son, por este hecho, llevados a la extinción. Llevan el agua limpia a las zonas industrializadas, urbanizadas, dónde la cultura de la conservación del agua virtualmente ha desaparecido debido a la instalación de la plomería y el excusado inglés (con agua potable); para que algunos puedan ganar poder y dinero, con el mal uso del agua, siempre hace mucha falta el agua en estos sitios urbanizados, industrializados; además, llevan el agua, con grandes pérdidas, a causa de las fugas que se producen con frecuencia en estas tuberías. En la Ciudad de México, se pierde cerca del 40% del agua que se distribuye por medio de tubos y bombas. El Sistema Cutzamala sólo sirve para compensar parte de estas pérdidas y evadir la reparación de las fugas bajo la pavimentación. Las válvulas hacen realidad que el agua circule por las tuberías de los barrios opulentos y no circulen por la tuberías de los barrios populares. La distribución del agua por medio de tubos y bombas es un fracaso en el mundo entero. La tecnología del agua convencional está hecha para facilitar el mal uso del agua.
El agua fluyó libre en el territorio desde tiempo inmemorial hasta que se inició la era del "progreso",del "desarrollo", hasta que en el siglo XIX se le metió dentro de tubos y bombas, de presas y grandes tanques; sin embargo, el agua quiere fluir libremente por el territorio y darse a todos los seres vivientes, por eso escapa en grandes volúmenes de los encierros que quieren imponerle los políticos y los empresarios (por medio de tubos y bombas). Los tubos bajo tierra y las bombas ayudan mucho a quitarle subrepticiamente el agua a las comunidades y a llevarla a los grandes usuariosdel agua; permiten sacar de la mirada indiscreta de los ciudadanos a los grandes consumidores de agua y a los grandes contaminadores de agua; son elementos centrales en la creación de la escasez generalizada del agua y de los negocios que le acompañan; ayudan mucho a concentrar a la población en zonas urbanas y permiten subsidiar en exceso a la gran industria; hacen posible que el agua fluya hacia donde está el gran dinero; hacen realidad que los políticos y los grandes empresarios tengan en sus manos, bajo su control como en una chequera, el agua de muchos territorios; así pueden asignarla al mejor postor, desde sus cómodos escritorios en la ciudad: los tubos y las bombas destruyen las barreras, los límites que hacían posible la cultura de la conservación del agua.
Hace todavía unos cien años estaba muy difundida en el mundo la cultura de la conservación del agua limpia, ya que no era fácil tenerla en abundancia en el hogar o en la industria. Diariamente, las mujeres la traían en sus hombros del pozo o la fuente más cercana; ellas cuidaban que no se desperdiciara. Afortunadamente, la industria estaba poco desarrollada. Los consumos de agua por persona eran muy pequeños. Hoy en día, debido al muy extendido uso de tubos y bombas, los consumos por persona en las zonas urbanas se multiplicaron entre 20 y 40 veces, pues esta antigua cultura está moribunda en el mundo entero. El arrasamiento cultural que produjo esta tecnología tiene en nuestros días resultados catastróficos y puede conducirnos rápidamente a mucha violencia y destrucción. El agua que fue históricamente un elemento de paz entre los pueblos; hoy ha sido convertida en un motivo de guerra a causa de las tecnologías introducidas por una revolución poco conocida, la revolución sanitaria del siglo XIX, nacida en Inglaterra y en EUA; esta revolución conservadora introdujo los tubos, las bombas, la plomería y el excusado inglés, con agua potable. Casi nada dicen las escuelas y universidades en torno a la historia de la revolución sanitaria que introdujo estos perversos conceptos tecnológicos en la vida de las ciudades y que son el origen material de la contaminación de los cuerpos de agua, el descomunal mal uso del agua, la difusión de la escasez de agua limpia y la eliminación de las culturas que permitían la conservación del agua limpia. No les conviene que la sociedad tenga información alguna sobre cómo se originó este colapso cultural en la que fueron actores principales.
Origen material de la transformación del agua en un "recurso" para las actividades productivas, los tubos y las bombas disparan una de las formas más radicales de depredación ambiental que ocasiona la muerte de los acuíferos, los mares, los ríos, los lagos, las lagunas, los arroyos, los humedales, los manglares; una violencia sistemática que lleva a la muerte de las comunidades indígenas, campesinas y de las zonas urbanas vulnerables; que lleva a la miseria hídrica al ciudadano de nuestros días. Además, hacen posible la existencia de un juego jurídico perverso: la partición de lo comunitario en dos órdenes jurídicos: uno público y otro privado, una polarización que tiene consecuencias históricas desastrosas, ya que tanto los gobiernos como los grandes empresarios, dueños del control de lo público y lo privado, son enemigos natos de la autonomía de las comunidades y hacen todo lo posible para quitarles cualquier control sobre el agua que tienen en su territorio y la que allí se consume. La legislación moderna instrumenta esta aberrante polarización que nació para eliminar los usos cívicos del agua o lo que era la antigua posesión comunitaria del agua; jurisprudencia que convierte al Estado y al Mercado- lejanos, abstractos e inveteradamente irresponsables en lo ecológico y en lo cultural- en los mayores enemigos del agua limpia y en el origen de la proliferación de los ecocidios y genocidios que están en marcha en el mundo.
Producto de una histórica conspiración de abogados y jurisperitos, la legislación moderna del agua ha eliminado todo aquello que proviene del legado histórico de las grandes religiones que permitía la conservación del agua y su buena distribución. Con la abolición de la visión comunitaria del agua y la imposición de la visión económica del agua-implementada por medio de tubos y bombas-se instala un nuevo orden ecológico en el mundo que hace cambiar la actitud de las personas, de la sociedad, hacia el agua, hacia la Madre Tierra. Todo mundo jala la manija del excusado y abre la llave del agua sin tomar en cuenta de donde viene esa agua y adonde va; todo mundo ignora o se desentiende de la conservación del agua, se vuelve irresponsable frente a los asuntos del agua porque el sistema así lo exige. El moderno desperdicio del agua tiene evidentemente un origen sistémico. Todo mundo cree que la tecnología convencional resolverá los problemas del agua, pero, ignora mucho de la gran cantidad de problemas que no ha resuelto ni resolverá. La función de la tecnología consiste en crear nuevos problemas y en no resolverlos nunca, pues en ello va su negocio. De esta forma, el agua pierde su naturaleza, su sabor, su frescura y su brillante vivacidad; la sagrada vitalidad de un regalo milagroso se convierte en un "recurso" para la industria y el consumo. Por ello, nos volvemos cada día más dependientes de aquellos personajes que obtienen poder y dinero, con el manejo industrial del agua; por estas razones aumentan los peligros y los riesgos de las comunidades, los ejidos, los pueblos, los barrios, las colonias.
Una consecuencia maligna de esta degradación jurídica del agua reside en la muerte de la cultura de la gratuidad del agua y en la emergencia de una visión política mercantilista del agua que considera que la solución a los problemas creados por la instalación de tubos y bombas se resuelve principalmente por medio de altas tarifas de agua, opinión que habitualmente conduce a elevar las tarifas a los pequeños consumidores, ya que los grandes consumidores o usuarios de agua tienen hoy en día tanto poder que es virtualmente imposible que los políticos puedan llegar a quitarles sus privilegios en este ámbito. El orden público se inventó hace algunos siglos para proteger el orden privado, y por lo mismo, el Estado finalmente acaba por ponerse al servicio del Mercado. Los financieros les imponen a los políticos los valores y las estrategias legales que sirven para hacer los grandes negocios público-privados del agua, como lo hemos confirmado con el Foro Mundial del Agua de las Naciones Unidas que está totalmente al servicio de los financieros y empresas transnacionales. Esta dominación financiera de los asuntos del agua nos conduce al desastre hídrico mundial y a las guerras por el agua.
Los tubos y las bombas se inventaron para matar la libertad de acceso al agua de las personas y las comunidades, una libertad que ejercían al obtenerla directamente de los manantiales, de los pozos, de los ríos, lagos, lagunas, arroyos. A consecuencia de esta violencia estatal y empresarial, realizada sistemáticamente a lo largo de casi dos siglos, aparece hace algunas décadas el colapso mundial del agua y ahora nos enfrentamos a un horizonte plagado de peligros y riesgos que debemos conjurar por medio de acciones inéditas. Necesitamos hacer valer la libertad de acceso al agua de todos los ciudadanos y de todas las comunidades, con el fin de iniciar el rescate de la cultura de la conservación del agua. Además, rechazo la construcción de la presa La Parota, El Zapotillo, la Antigua y la ampliación del trasvase del Cutzamala. ¡No a los drenajes! ¡No a las presas! ¡No a los trasvases!
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Miguel Valencia
ECOMUNIDADES
Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México
¡Descrecimiento o Extinción!