jueves, 19 de junio de 2008

Contaminación × Fecalismo y problemas respiratorios

REENVIAR A TODOS AQUELLOS AMIGOS Y CONOCIDOS QUE SACAN A SUS PERROS A HACER POPO A LAS CALLES DE NUESTRA CIUDAD.
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Contaminación por excretas causa también males respiratorios
Las endotoxinas bacterianas, posible causante de rinitis, conjuntivitis o asma.
El Ozono de las grandes ciudades incrementa la virulencia y resistencia de algunas bacterias
Cada día, cientos de miles de perros y gatos (mascotas y callejeros), así como un número no determinado de personas, defecan en calles, lotes baldíos, patios, parques y jardines de la Ciudad de México.
Por lo general, el fecalismo ha sido asociado con enfermedades gastrointestinales, debido a que las bacterias causantes de éstas entran en el organismo por la vía mano-boca, principalmente. Sin embargo, también puede padecerse un problema respiratorio por inhalación, lo cual no había sido probado antes, aseveró Irma Aurora Rosas Pérez, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera y experta en el tema.
Problemas de salud y ambiental
El fecalismo en la Ciudad de México es estudiado en la UNAM desde el punto de vista de la salud y del ambiente.
El agua, el aire y el suelo, apuntó, se intercomunican. Así, cuando se depositan residuos en el suelo, hay que evaluar, asimismo, su impacto en la atmósfera y el agua, y disminuir la contaminación en cualesquiera de estos elementos para proteger la salud no sólo de los seres humanos, sino también de los demás organismos del ecosistema.
Endotoxinas
Cuando se habla de contaminación urbana, la mayoría de la gente cree que sus fuentes principales son los automóviles y las fábricas, y suele pensar en ozono y en partículas suspendidas. No obstante, a la lista se le ha agregado ahora un componente biológico que hace más grave el problema: el fecalismo, tanto de origen animal como humano.
En cuanto a las partículas suspendidas, es precisamente en ellas donde Rosas Pérez y otros investigadores de distintas partes del mundo han documentado que hay bacterias, señaló. Álvaro Osornio Vargas, especialista del programa en partículas contaminantes y endotoxinas.
Los seres vivos, principalmente los mamíferos, utilizan las endotoxinas –moñéculas que forman parte de las bacterias Gram negativas y que les permiten adherirse a la superficied de las células- para detectar una bacteria y echar a andar los mecanismos de defensa de su sistema inmunológico.
Simplemente, explicó Osornio Vargas, con que las células epiteliales de los aparatos respiratorio y digestivo, así como los macrófagos, detecten la presencia de endotoxinas, identifican que una bacteria está ingresando en el organismo, aunque sin reconocer por completo.
Los investigadores descubrieron que, cuando una bacteria se reproduce o muere, libera endotoxinas, las cuales aerosolizan y se adhieren a las partículas suspendidas en el aire.
De esta manera, si respiramos aire con endotoxinas, éstas se convierten en agentes que nos causan una inflamación en la nariz, los bronquios o una parte más profunda del aparato respiratorio, porque nuestro organismo trata de defenderse.
Los investigadores piensan que la presencia de endotoxinas en niveles altos de contaminación ambiental puede disparar en niños rinitis, conjuntivitis o respuesta asmática.
Resistencia bacteriana
A pesar que con el fecalismo animales y seres humanos aportan muchas bacterias al ambiente, éstas representan un número mínimo se les compara con las que ya existen en él, señaló Carlos F. Amábile Cuevas, experto en resistencia bacteriana. Ahora bien, las bacterias que arrojamos al ambiente son las que más fácilmente pueden causarnos enfermedades, pues las que ya están afuera, si las tragamos, lo más probable es que mueran al llegar a nuestro estómago.
Debe de tenerse en cuenta que, en la actualidad, diversas bacterias que traemos con nosotros son, en mayor i menor medida, resistentes a uno o varios antibióticos.
Buena parte de los trabajos de investigación de los últimos años han consistido en medir que tanto estas bacterias, que alguna vez nos pertenecieron, pero ya están fuera de nosotros, son portadoras de genes de resistencia bacteriana.
Si por cualquier vía estas bacterias regresan a nosotros como patógenos, podrían causarnos una infección muy difícil de tratar, advirtió Amábile Cuevas.
Los investigadores del programa trabajan con Escherichia coli, una bacteria considerada un indicador de contaminación fecal por excelencia.
Al ingerir, ésta podría ocasionarnos una infección, o entrar en contacto con los millones de bacterias de nuestro intestino e intercambiar con ellas información genética, de tal modo que la resistencia de esa bacteria externa, que quizá no nos cause una infección, puede transmitirse a otra de nuestro intestino, que tal vez si nos esté causando problemas.
Esa transferencia de genes permite que las poblaciones de bacterias de afuera se conviertan en una especie de reservorio de resistencia bacteriana, sostuvo Amábile Cuevas, y concluyó: apenas estamos empezando a escarbar un poco en este tipo de interacciones microbianas: lo que hemos aprendido es que son mucho más profundas de lo que imaginábamos hace 10 o 50 años.
Publicación internacional
Los investigadores dirigidos por Rosas Pérez participaran con un capítulo sobre el fecalismo animal y humano en la enciclopedia Environmental Health, que contará de 600 aparatos con trabajos provenientes de todo el mundo y que será publicada en 2009.
Los editores de la enciclopedia los contactaron debido a un artículo sobre fecalismo urbano que publicaron en el International Journal of Hygiene and Eviromental Health, revista alemana sobre higiene y problemas ambientales.
En ese artículo, que tuvo muy buena aceptación, hablaron de la contaminación urbana con polvo de origen fecal dentro y fuera de hogares del sureste de la Ciudad de México, y de los factores de virulencia y de resistencia a los antibióticos de Escherichia coli.
Dicho capítulo tratará sobre el mecanismo del fecalismo animal y humano. Ahora sabemos que la bacteria mencionada puede entrar en el organismo no sólo por ingestión, sino también por inhalación, explicó Rosas Pérez.
Toque exótico
En relación con el artículo de los investigadores universitarios publicado en el International Journal of Higiene and Enviromental Health, Rosas Pérez dijo: No necesariamente todas las bacterias en el ambiente son Escherichia coli, pero ésta ha ido almacenando los factores de virulencia y de resistencia a los antibióticos, y por ser tan abundante también está marcada como una importante inductora de infecciones gastrointestinales.
Ahora bien, subrayó, hay que decir que en nuestro estudio encontramos más rastros fecales dentro de las casas que afuera de ellas, sobre todo en las que había alfombras y/o mascotas.
En el resto del mundo el fecalismo urbano todavía existe, pero acotado a las mascotas; en cambio, en México, un número indeterminado de personas también defecan en calles y lotes baldios.
Eso es lo que le dio el toque exótico a nuestro artículo, lo que lo hizo diferente. No somos un país tan subdesarrollado, pero no hemos avanzado lo suficiente para erradicar este problema del rubro de la contaminación ambiental.
En sistemas acuáticos
En todos los sistemas acuáticos de los alrededores del a Ciudad de México, ya sea para consumo humano, riego o recreación, hay contaminación fecal. Las diarreas, enfermedades respiratorias y otros problemas causados por este tipo de contaminación son indicadores universales de que no hemos hecho bien las cosas.
No son suficientes ni el abastecimiento de agua potable ni las plantas de tratamiento para los desechos fecales.
Obstáculo ciudadano
Uno de los obstáculos para solucionar el problema del fecalismo e la Ciudad de México es que sus habitantes no han aceptado que éste sea, precisamente, un problema, y, por consiguiente, no hay participación ciudadana.
Con alguna frecuencia, señaló Rosas Pérez, aplicamos cuestionarios en la UNAM para ver si la gente percibe el fecalismo como un problema de salud y ambiental, y nos damos cuenta que no. Frente a este panorama tenemos que manejar procesos de percepción, pero como esquemas de evaluación de riesgo, en parte voluntarios, para que haya participación social.
Ozono y bacterias
Se sabe que el ozono activa en algunas bacterias mecanismos de respuesta que las hace potencialmente más virulentas y resistentes a antibióticos.
Eso explica que la contaminación por fecalismo interactúa no sólo con nosotros, sino también con los componentes inorgánicos de la contaminación aérea, lo cual añade otra dimensión al problema. Nosotros exploramos Escherichia coli, que es un modelo muy fácil de estudiar, pero no sabemos qué pasa con las otras bacterias en el aire. Si a esto se le suma la inflamación crónica debido a la exposición a bacterias y el daño del ozono e nuestras mucosas, entonces estamos ante un panorama muy complejo, aseguró Amábile Cuevas.
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Artículo en IntraMed: http://www.intramed.net/53841



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